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Investigadores descubren a qué olía un perfume de la Antigua Roma: el pachulí

Aug 02, 2023Aug 02, 2023

Carmona es una ciudad que se encuentra en el suroeste de España, en la provincia de Sevilla. Entre los siglos I y II dC fue uno de los principales municipios de la provincia romana de la Bética, exhibiendo los mismos edificios, instituciones y costumbres que cualquier gran ciudad del imperio.

En la actualidad, Carmona aún conserva destacados restos arqueológicos de aquella época, entre ellos el mayor conjunto funerario de la Península Ibérica. La supervivencia de estos vestigios milenarios llamó especialmente la atención en 2019, durante la rehabilitación de un edificio en la vía principal. Debajo de la estructura se encontró un mausoleo familiar, con seis nichos o espacios para urnas ocupados: tres para hombres y tres para mujeres. En su interior se descubrieron numerosas ofrendas funerarias, entre ellas una delicada botellita tallada en cristal de cuarzo, con una masa sólida en su interior.

Ahora, investigadores de la Universidad de Córdoba han analizado la composición dentro de la botella de cristal. Es la primera vez que se identifica con precisión científica el olor de un perfume romano, elaborado hace 2.000 años. El universitario, en una nota informativa, es escueto: "Los romanos olían a pachulí".

Al inspeccionar la cámara funeraria del mausoleo, que está decorada con pinturas, se encontraron ocho nichos "en magníficas condiciones", aunque dos de ellos nunca se usaron. También se ha comprobado que el espacio nunca fue saqueado. En el interior de cada nicho se encontraron diversos objetos —relacionados con rituales y ofrendas funerarias— como huesos cremados, restos de una bolsa de tela, tres cuentas de ámbar y una cajita de plomo en forma de huevo, en cuyo interior se encontró el ungüento solidificado. Esta era la ofrenda perfumada que alguien había colocado en el nicho de una mujer que, cuando murió, tenía alrededor de 40 años.

El estudio, titulado "Identificación arqueométrica de un perfume de la época romana", ha sido publicado en la revista científica suiza Heritage. Está coescrito por los expertos Daniel Cosano, Juan Manuel Román, Fernando Lafont y José Rafael Ruiz Arrebola. "Los recipientes de cuarzo eran artículos de lujo muy raros", se lee en el periódico. "Por lo general, no estaban tallados, sino [formados con calor]. Por lo tanto, la vasija fue un hallazgo arqueológico bastante inusual... y aún más inusual fue que estaba herméticamente sellada y tenía una masa sólida en su interior. Esto brindó una oportunidad única para determinar la composición química de las sustancias en este frasco de perfume o cosmético de alta calidad".

Los especialistas recuerdan que, aunque el hallazgo es raro, ha habido otros casos similares, como dos botellitas encontradas en Londres y Nápoles —pero con grasa animal en su interior—, así como un perfume encontrado en Egipto que tenía 5.000 años. "Los egipcios pensaban que el perfume provenía de Ra, el dios del sol. Desde el antiguo Egipto, los perfumes se extendieron a otros lugares como Grecia y, más tarde, Roma. Los romanos solo comenzaron a apreciar los perfumes después de la conquista de la franja oriental del Mediterráneo". escriben los autores.

Las fragancias se produjeron a gran escala durante el Imperio Romano. El médico Pedanio Dioscórides Anazarbeo (40-90 d. C.) recopiló varias recetas con aceites aromáticos, que servían tanto para perfumes como para medicinas, mientras que el escritor Plinio el Viejo (23-79 d. C.) describió cómo elaborarlos. Según estos últimos, los perfumes o ungüentos debían contener una parte líquida y una parte sólida. También se podrían añadir agentes colorantes, para hacerlos más atractivos a la vista.

Los aceites más utilizados por los romanos eran los extraídos de sésamo, rábano picante, almendras o, especialmente, de aceitunas. Este ingrediente había que extraerlo de las aceitunas verdes, ya que resisten mejor la oxidación que las maduras. En cualquier caso, señalan los expertos de la Universidad de Córdoba, “las recetas detalladas por los autores clásicos eran muy vagas o confusas, en cuanto a las proporciones de los componentes y los procedimientos para su elaboración”.

Los romanos usaban perfumes no solo en la vida diaria, sino también en ocasiones especiales como los funerales, donde el incienso era obligatorio. Además, las fragancias también se usaban como ungüentos al embalsamar a los difuntos. Cuando se cremaba un cadáver, los huesos y las cenizas se guardaban en una urna junto con perfumes algo caros, que se conservaban en recipientes de metal, vidrio, cerámica o roca, según la riqueza del difunto, o el apoyo de sus familiares, herederos. y amigos.

Para identificar la sustancia que se encuentra en el interior de la vasija carmonense y el material con el que está hecha, los especialistas realizaron estudios multianalíticos y arqueométricos. El informe dice que esto incluía varias técnicas instrumentales, como la difracción de rayos X (XRD), la microscopía electrónica de barrido, la espectroscopía de rayos X de dispersión (SEM-EDS), micro-Raman (Raman) y el infrarrojo transformado de Fourier (FT-IR). ) espectroscopias, así como cromatografía de gases-espectrometría de masas (GC-MS).

El análisis detallado revela que la vasija estaba hecha de una piedra caliza llamada dolomita y sellada con betún, lo que permitía que el estado de conservación fuera "magnífico". En cuanto al perfume —y tal y como recomendaba Plinio— se utilizaban dos componentes: una base o aglutinante, que facilitaba la conservación de los aromas y la esencia. En este caso, la base era aceite vegetal, posiblemente de oliva.

¿Y la esencia? Según los análisis, "[los romanos] olían a pachulí". Este aceite esencial se obtuvo de una planta de origen indio, Pogostemon cablin (también conocida como mala hierba apestosa o pucha pot), que es muy utilizada en la perfumería contemporánea, pero que no era común en la época romana. Este fue un elemento muy difícil de obtener al momento de la muerte de la mujer, lo que demuestra que pertenecía a una clase social alta.

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